¿Que relación puede tener el ritmo con el medio ambiente? ¿Acaso lo escuchamos tal como aquel que marca nuestra canción favorita? Si fuera así de simple pocos enigmas existirían entorno a nuestro planeta y los problemas que le aquejan. El ritmo planetario es de una complejidad indefinida que escapa a nuestra limitada percepción humana, existen claros tempos que comprendemos, tales como el día y la noche, el paso de las estaciones, el ciclo de cosechas, migraciones, mareas, nuestra propia respiración y gran número de ejemplos que no viene al caso seguir nombrando. Cada unos de ellos corresponde a una fibra ínfima del tejido rítmico planetario y su relación con el resto es tan oscura y aparentemente aleatoria que sobrepasa todo análisis humano. ¿Qué hacer con tal desorden? ¿Es posible utilizar esta comprensión rítmica para ayudarnos a sortear los problemas ambientales que nos afectan en el presente y seguirán haciéndolo en el futuro?
Me gustaría decir que si, pero es tan compleja la gamma de problemas que nos interesan y tan potente la inercia social que nos empuja a obviarlos, que a ratos se me hace difícil ver optimistas finales. Pero por ahora servirá para que comprendan con mayor profundidad que tan lejos va nuestro problema y porque es esencial que este conocimiento sea de dominio general, pues sólo con conciencia ambiental esta sociedad tiene oportunidades de sobrevivir.
Las próximas secciones hablarán de los principales ciclos geoquímicos de nuestro planeta, para luego pasar a ritmos de renovación natural y terminaré con los ritmos de consumo y emisión humanos.
